¿Podemos aprender a pensar mejor?

Con la creación del Estado de Israel en 1948 comienza el retorno masivo de los judíos dispersos por Europa, Asia y África. Muchos de los adolescentes que llegaron a Israel habían visto desaparecer sus familias en el Holocausto, en una de las mayores tragedias conocidas por la historia humana. Sus padres habían sido estigmatizados, perseguidos, confinados en campos de concentración y asesinados. Todas las guerras degradan la vida humana, pero en este caso el nivel alcanzado fue inimaginable. La Alemania nazi invadía los países europeos y condenaba a la muerte a millones de judíos dispersos por el continente. En este contexto, las autoridades del reciente Estado le asignaron al psicólogo rumano Reuven Feuerstein, una tarea realmente compleja: diseñar un programa para favorecer la adaptación al nuevo país de los niños y jóvenes judíos repatriados.
“Aquellos niños parecían cenizas del Holocausto, habían perdido todo, padres, hermanos, amigos; no creían en sí mismos, ni en el mundo ni en Dios” afirmaría Feuerstein años después. En estas circunstancias se dio origen a una de las teorías de la inteligencia con mayor reconocimiento desde la segunda mitad del siglo XX: la Teoría de la Modificabilidad Estructural Cognitiva.
Los niños y adolescentes judíos habían sufrido un prolongado periodo de privación cultural y los efectos desde el punto de vista cognitivo también fueron estructurales. Tenían serias dificultades para pensar, interpretar, procesar y analizar información. Por haber carecido del acompañamiento y la orientación de sus padres, profesores y hermanos, se habían debilitado sus funciones cognitivas y su estabilidad psicológica. Feuerstein dedicará su vida a diseñar, sistematizar, poner en práctica, evaluar y expandir mundialmente un programa que favoreciera el desarrollo de las funciones cognitivas en niños con privación cultural: el Programa de Enriquecimiento Instrumental (PEI).
Feuerstein pudo verificar que la inteligencia es altamente modificable. Es más, la modificabilidad, como solía decir, era lo único inmodificable en la vida. La clave estaba en la mediación. La conclusión era muy clara: los niños no nacen muy inteligentes, sino que se vuelven más o menos inteligentes, dependiendo del proceso de mediación que les brinde la cultura. Salvo casos excepcionales, los niños que reciben muy poco acompañamiento, estímulo y mediación de sus padres, hermanos y docentes, se vuelven menos inteligentes, flexibles y modificables. Nosotros, después de seguir a una población de 4.000 niños con capacidades intelectuales muy superiores durante 15 años en Colombia, llegamos a conclusiones similares que expuse en el libro “La inteligencia y el talento se desarrollan” y en una columna publicada en Semana titulada: “¿Existen los niños superdotados?”.
Estas conclusiones distanciaron a Feuerstein de su maestro Piaget, quien tenía una visión más biológica y genetista, así como lo acercaron a los enfoques históricos-culturales. Algunos de los exponentes más reconocidos de este enfoque son Vigotsky, Leontiev, Davidov, Wallon y Merani.
¿Qué consecuencias tiene esta interpretación de lainteligencia y el pensamiento para la educación? Quisiera destacar por lo menos las cuatro siguientes:
Primera. Gracias a la mediación de buenos maestros desarrollamos la lectura interpretativa, adquirimos conceptos inclusores y consolidamos nuestros procesos de pensamiento. Así mismo, los mejores docentes nos ayudan a desarrollar procesos metacognitivos, lo que nos permite pensar y analizar nuestros propios pensamientos. Para lograr este propósito, en Colombia tendremos que repensar el currículo y los procesos de formación de los profesores. Los docentes tienen que formarse para promover en sus estudiantes la generalización, la deducción, la argumentación y el debate de las ideas. El currículo tiene que estar orientado a enseñar a conceptualizar y a fortalecer los procesos de pensamiento. Hasta el momento, en la educación predominan la fragmentación y la transmisión de informaciones, lo que no ayuda a conceptualizar ni a generalizar. Por eso los egresados de la educación básica siguen presentando muy serias dificultades en sus competencias interpretativas, argumentativas y propositivas.
Segunda. Si la clave del desarrollo cognitivo está en la mediación, el desarrollo del pensamiento termina siendo un proceso mucho más social, contextual y cultural, que individual y psicológico. Dependemos de la cultura, las familias y las escuelas y no solo de lo que realicen los individuos. Los niños y jóvenes que han recibido buenos procesos de mediación cultural, piensan e interpretan de manera más profunda, autónoma y compleja. Por tanto, los padres y maestros son los que promueven o frenan los procesos intelectuales de sus hijos. Una educación de baja calidad es aquella que obstaculiza los niveles de lectura, análisis, conceptualización y argumentación; la de alta calidad, es la que los promueve. La pregunta es cómo lo podemos lograr en cada uno de los ciclos del desarrollo. Existen innovaciones pedagógicas con muy buena experiencia en este campo, pero las orientaciones del MEN marchan en dirección contraria porque defienden una organización de las instituciones por grados, como si estuviéramos ante un proceso lineal y acumulativo. El MEN sigue concentrado en el aprendizaje y defiende una estructura contraria al desarrollo integral de los estudiantes. No trabaja para favorecer el desarrollo; sigue creyendo que la finalidad de la educación es la transmisión de informaciones.
Tercera. La gran mayoría de jóvenes que presentan dificultades académicas en sus colegios y universidades, han tenido menores niveles de mediación cultural por parte de sus padres y maestros. Si cualificamos sus procesos educativos, podrían alcanzar altos niveles cognitivos, porque la inteligencia siempre es modificable. La meta es clara: los niños y jóvenes inmersos en sistemas educativos de muy alta calidad, deben aprender a aprender. La clave está en repensar el modelo pedagógico, asignando un nuevo rol al docente, al estudiante y al saber. No se trata de transmitir, sino de aprender a aprender; es decir, de enseñar y aprender a pensar.
Cuarta. Dado lo anterior, es obvio que los gobiernos tendrían que cualificar la formación de los maestros, invertir en educación de calidad y adecuar los currículos de manera que nos ayuden a desarrollar los diversos tipos de inteligencias. Nada de eso está haciendo el actual gobierno nacional. En educación estamos invirtiendo el 4,5% del PIB, que es, contrario a lo que dice y repite el gobierno, lo mismo que invertíamos en 1999 (Banco Mundial). En ciencia invertimos menos del 1%. Somos de los países que invierte menos en la cualificación de sus nuevas generaciones y en la generación de conocimiento. Si revisamos los discursos de la ministra en los tres últimos años, veremos que hay dos palabras que repite casi a diario: FECODE y presencialidad. Estoy plenamente de acuerdo en que más niños deberían estar asistiendo a clases presenciales en todos los lugares en los que sea posible, pero empobrece mucho la reflexión y la calidad educativa un ministerio que nunca se ha referido a los grandes temas pedagógicos: ¿Cómo formar mejores seres humanos? ¿Cómo desarrollar la autonomía y el pensamiento crítico? ¿Cómo repensar la formación de docentes, para dar respuestas a las necesidades del desarrollo integral? ¿Cómo evitar que sigan creciendo las brechas en el sistema educativo? Es verdad, los niños deberían estar en sus colegios de manera presencial, pero la pregunta clave es: ¿haciendo qué? Me temo que tendremos que esperar al nuevo gobierno para que la educación retorne a sus preguntas esenciales, una de ellas: ¿cómo enseñamos a los niños y jóvenes a pensar de manera más profunda, autónoma y compleja?
P.D: Como decía Eduardo Galeano: “Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización o en nombre de la democracia” (…). “La paz del mundo está en manos de los que se lucran del negocio de la guerra”. La guerra contra Ucrania, también es contra la humanidad; como lo fue la guerra contra Irak o como lo es la que quieren perpetuar en nuestro país.
* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)
Tomado de: El Espectador

